Había una vez un niño que vivía con su abuelo en lo alto de una montaña. Como su casa era bastante inaccesible a los coches, el niño y su abuelo tenían que subir la montaña a caballo.
El niño tenía un gato, que un día se escapó y se quedó atrapado en una cueva cercana a la casa del niño y su abuelo. El niño, muy preocupado, salió a buscar al gato y al entrar en la cueva encontró en el suelo una lámpara. Era una lámpara de pie, de esas que eran comunes en las grandes casas de los ricos de antaño. Asombrado por la belleza de la lámpara, el niño decidió llevarla a su casa, para que su abuelo la viese, después de rescatar al gato.
Al llevar la lámpara a la casa, el abuelo la encendió, y de allí salió un genio. El genio les dijo que podían pedir tres deseos. El niño, que era muy goloso, le pidió al genio un bote de Nutella. El abuelo, que quería vivir más comunicado le pidió al genio un móvil para su nieto, y un teléfono fijo para poner en su salón al lado de la lámpara.
Y el niño aquella tarde merendó pan con Nutella mientras jugaba con su nuevo móvil al Angry Birds.
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