EL BOSQUE
Había una vez dos hermanitos, Laura que tenía 10 años y Carlos que tenía 8, eran dos niños muy nobles de corazón y muy inteligentes, aunque también muy revoltosos y les encantaban las aventuras. Un domingo, sus padres decidieron pasar el día en el campo y hacer un pic- nic para almorzar. Laura y Carlos estaban entusiasmados y en seguida se pusieron a prepararse para la excursión.
Laura sacó rápidamente de su armario su vestido gris y sus zapatos amarillos, que estaban nuevecitos y recién comprados, su madre, de pronto, puso el grito en el cielo:
- ¡Laura, no, ese vestido no te lo pongas que es para la boda de tu tía Noelia, además, no combina en absoluto con esos zapatos amarillos!
Y aunque mucho insistió, de nada valió el esfuerzo, porque Laura se lo puso todo de igual manera. Después del alboroto, se metieron en el coche y emprendieron el camino.
Pasó una hora, que a Carlos se le hizo eterna, ya que no dejaba de preguntar cada dos minutos:
- ¿Hemos llegado ya?
Pero al fin, llegaron a su destino. Todo era maravilloso; árboles enormes, flores preciosas, caballos y hasta cabras podían encontrarse por doquier. Después de pasear todos juntos durante un largo rato, se pararon a descansar y a almorzar. Ya habiendo pasado un buen rato, todos se echaron la siesta, pero Laura y Carlos tenían una nueva travesura planeada. Esperaron a que sus padres se quedaran dormidos y se marcharon en busca de aventuras.
No pasó demasiado tiempo, cuando de pronto notaron que algo los seguía…
- Laura, tengo miedo. – Dijo Carlos.
- No te preocupes, sabes que soy la mejor en clase de kárate. – Dijo Laura.
Pero de repente, un leopardo saltó delante de ellos y después de rugir profundamente, les dijo de manera intimidatoria:
- Yo soy el que manda en este lugar y no me gustan las visitas inesperadas, pero os dejaré en paz si me resolvéis el siguiente enigma. - , entonces les dio un papel que Laura leyó y dijo:
- Pero señor leopardo esto está plagado de sumas, multiplicaciones e incluso una división.
- Bueno, no te preocupes, toma una calculadora. - dijo el leopardo. – Y para que veáis que soy justo, os doy 30 minutos y os veré al final de este camino.
Laura y Carlos salieron corriendo, mientras Laura gritaba. – ¡Esto es muy difícil Carlos, solos no podremos resolverlo!
Repentinamente, un pequeño dinosaurio apareció, Laura se asustó, pero entonces, Carlos dijo:
- No te preocupes, es herbívoro.
De pronto, el dinosaurio dijo:
- Os veo muy angustiados y he podido ver lo que ha pasado, yo os ayudaré, ¡soy muy bueno en matemáticas!
Pasó aún un buen rato y cuando estaban a punto de decirle la solución al leopardo, Laura notó que algo la sacudía, de repente, escuchó a su madre que decía:
- Laura, Carlos, despertad, ya es hora de regresar a casa.
la cucaracha, la cucaracha
ResponderEliminarya no puede caminar
porque le falta, porque le falta
las dos patitas de atrás (8)