Lectores y escritores

En este apartado el protagonista es el lector y sus creaciones, EL LECTOR ESCRITOR, en su sentido más amplio; es decir, no sólo el lector de mis libros sino todo aquel que quiera enriquecer este rincón literario con sus textos. Envíalos a la dirección:

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En el "asunto" de tu correo escribe el título de tu composición, tu nombre y, si lo deseas, tu lugar de residencia. Ejemplo:





La luz en la niebla. Pedro Márquez. Gran Canaria.



Por último, escribe o pega el texto en el cuerpo del mensaje.



¡Y RECUERDA! Cuida la ortografía y los signos de puntuación.



¡BIENVENIDOS!

Relatos a doce manos. L. Santana, O. Izquierdo, L. Rodríguez, N. Igualador, N. Agudo, I. Gil

La extraña pareja del metro
Carlos conoce a Elena una tarde de lluvia. Elena llega al metro asfixiada y casi sin color. Carlos ya se encontraba en el metro, la mira y queda enamorado. Le pregunta si siempre está sin oxigeno y sudando tanto. Ella, lejos de enfadarse, le dice que tiene prisa y por eso suda, él suda porque sí. Esto incomoda a Carlos y hace que le guste mucho más. Suben juntos al metro, la puerta roza sus espaldas y una multitud de trajes, maletines y tacones gastados se los traga. Sus manos están a punto de tocarse cuando el "Mind the gap" anuncia su parada. Se miran, bajan la mirada y cada uno toma su camino. Al día siguiente vuelven a coincidir y esta vez sí. Tomaron sus manos sudadas y se adentraron en el infinito túnel subterráneo juntos. Allí, en medio de las caras grises, sus rostros brillaban transpiración e ilusión. Todos los días, Elena viene a la residencia a ver a Carlos. El alzheimer borró sus bellos recuerdos, pero Elena, a sus 83 años, no se rinde. Cada mañana toman su desayuno juntos, se sientan bajo su árbol favorito, ella relata su historia y Carlos sonríe.

Paracaídas
Todos los días tenía el mismo problema. El tiempo, las prisas, el reloj, la distancia... se sentía agotada. El ritmo de la ciudad estaba acabando con ella. Su rostro era el reflejo de un cansancio crónico que cada día pesaba más. No sabía como afrontar el día. Estaba muy agotada, siempre le ocurría lo mismo. Pero todo iba a cambiar. Llegó a la puerta de la oficina y decidió que no iba a entrar, volvió a casa pasando por la playa y se asomó a la ventana recordando la brisa marina. Abajo veía la carretera que la llamaba con deseo. ¿Por qué negarlo? Estaba harta de su jefe, su exmarido y su vida. Mejor romper con todo. El móvil cayó por la ventana derechito a las olas. Dio un portazo y subió al coche. Cuando se quiso dar cuenta, estaba en el aeropuerto. Dejó las llaves de su coche en un casillero y se puso a observar los lugares que aparecían en la pantalla. Después de un rato decidió comprar un billete al lugar que le pareció más extraño: Zadar.

De espejismos y sombras
El coche frenó de golpe, los neumáticos chirriaron sobre el asfalto... imposible que se me pusieran de punta los pelos de los brazos, la sombra se volvió un cuerpo delante de la luz de los faros. No sabía de qué se trataba, una vez más allí estaba. Su cuerpo era conocido, ¿un familiar quizás? ¿mi amiga? Me acerqué temeroso mientras el corazón desbocado amenazaba con salírseme del pecho. Me acerqué a aquel bulto inmóvil y comprobé que por suerte solo eran un montón de bolsas de basura. Se le habrán caído al camión de las diez. Por fin pude respirar en paz. Las aparté de la carretera. Una de las bolsas que estaba en el suelo me llamó la atención, vi que salía un brazo de una de las bolsas. Me acerqué y vi que era igual que mi brazo derecho, pero era un brazo izquierdo. Todo era un espejismo de otra realidad en la que yo no era más que basura y muerte.

Amigos para siempre
Estaba solo y la lluvia le caía en la cabeza. Esto lo ponía triste porque dentro de su soledad, consideraba a todos sus piojos picones como sus amigos. Jamás se lavaba la cabeza. A sus únicos amigos solo les gustaba saltar y a él eso le gustaba también, era gracioso verlos hacer malabarismos en su escuálido pelo cuando se miraba al espejo. Ojalá también superan nadar. Ahí volvió a sentir la soledad a la que siempre había estado acostumbrado. De repente, los vio flotando. ¡Qué terrible masacre! ¡Cuánto dolor! Desesperado intentó rescatar a sus compañeros de aventuras, que perecían a miles entre la espuma de la bañera. Fue corriendo a la cocina a por el colador del té. Volvió a la bañera y rescató a todos los que pudo, los colocó en una toalla y les dio calor con el secador del pelo. Cuando les dio calor se quedó pensando por un momento mientras miraba al infinito. Al final los dejó en el suelo y los pisó sin ninguna consideración. 

El mundo editorreal
Comenzó su viaje con el entusiasmo típico de los inicios. En su maleta, solo el pasaporte, un par de mudas y muchos sueños. El escritor comienza su sueño cuando entra por la puerta de la editorial. No sabe lo que le espera ese día. Se enfrentaba a escribir en un nuevo idioma. Después de triunfar en su país, le aterrorizaba la idea de fracasar. En la editorial se sintió aliviado cuando escuchó a todos hablando en español. Sacudió de sí esos pensamientos y se presentó al editor entregándole torpemente un ejemplar del original. El editor negó con la cabeza, "no voy a leerlo", le dijo, "quiero que me digas cómo y por qué debería venderlo". El escritor, enojado, lo miró desafiante. "Al leerlo entenderás", dijo sin más. Abandonó el local sonriendo. Al día siguiente recibió una llamada de la editorial, no publicarían su obra. En ese momento comenzó su descenso a los abismos. 

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