Esta noche el viento silba por las extensas llanuras. Los árboles desnudos se tambalean suavemente bajo la luz de la luna. En alguna parte, un grillo canta solitario y melancólico. Yo también estoy sola. Bajo el tenue resplandor de las estrellas, mi alma vaga cual espíritu errante a lo largo de los páramos. Antaño, él y yo recorríamos estas praderas ahora vacías y yertas. Éramos cómplices de la noche y sus seres. A la luz de la luna, nos ofrecían maravillas veladas a los ojos de los mortales.
En algún momento, yo tomé su mano. Trémulos, nos miramos con una sonrisa, turbados pero felices, en la noche silenciosa. Eso fue todo. Ahora, yo camino por la senda de la noche y el recuerdo. Él se aleja por las veredas de un sueño interminable. Ya no lo llamo desesperadamente. No puede oírme, ni a mí ni a mi eco en el viento. Se fue con las hermosas luces del alba.