En ese momento recordé como mi madre insistía en que comiera fruta y en lo idiota que fui al rechazarla. Estaba jugando con Luis y Marcos a las cogidas en el bosque. Nuestros padres se empeñaron en que fuéramos de picnic con ellos, y aunque la idea no me convencía mucho, me acabó gustando esa tarde de domingo, hasta que sucedió algo inesperado...
Luis, que estaba en el equipo de fútbol de su barrio, tiró el balón alto, con tan mala suerte que cayó en un pozo. Marcos se enfadó muchísimo, pues esa pelota se la habían regalado por su cumpleaños. Sintiéndome un poco mal por él, bajé a buscarlo, ya que a Luis le daban miedo las alturas. Encontramos una cuerda vieja al lado de un matorral, y me la ataron a la cintura. En lo que no habíamos caído es que la cuerda tenía una rotura, la cual produjo que me cayese, haciéndome una leve herida en la rodilla.
Me estaba moriendo de sed y hambre, y lo único que tenían mis amigos a mano era una manzana. Ahí fue cuando descubrí que me encantaba. Al final, esa tarde de domingo solo quedó en un susto.
Luis, que estaba en el equipo de fútbol de su barrio, tiró el balón alto, con tan mala suerte que cayó en un pozo. Marcos se enfadó muchísimo, pues esa pelota se la habían regalado por su cumpleaños. Sintiéndome un poco mal por él, bajé a buscarlo, ya que a Luis le daban miedo las alturas. Encontramos una cuerda vieja al lado de un matorral, y me la ataron a la cintura. En lo que no habíamos caído es que la cuerda tenía una rotura, la cual produjo que me cayese, haciéndome una leve herida en la rodilla.
Me estaba moriendo de sed y hambre, y lo único que tenían mis amigos a mano era una manzana. Ahí fue cuando descubrí que me encantaba. Al final, esa tarde de domingo solo quedó en un susto.
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