Solo tres palabras.
Nunca me han gustado demasiado las despedidas... es más, las odio.
Cuando encuentras a alguien con quien te encanta pasar el tiempo, que te entiende como muy poca gente lo hace, que aunque te resistas, siempre consigue sacarte una delicada sonrisa cuando lo menos que te apetece hacer es sonreír sino llorar... llega el día en que te ves obligada a dejarlo marchar, a dejarlo atrás... ¿o quién sabe, a lo mejor es él quien te deja atrás a ti?
Pero bueno, el caso es que se tienen que despedir, con la esperanza de volverse a ver algún otro día.
Siempre recordaré aquel coche que lo alejó de mí...
Después de aquel precioso y triste beso de despedida se metió en el coche, y pegado al cristal decía: "no me olvides nunca, yo siempre te llevaré conmigo..."
A lo que yo le respondí: "descuida mi amor, jamás lo podré hacer... nunca te olvidaré"
Recuerdo como mis lágrimas resbalaban por mi barbilla hasta desaparecer.
Mientras yo... quedando como una estúpida atrás; agitando la mano, con una falsa sonrisa en mi cara mientras él a lo lejos no se daba cuenta de todas las lágrimas que derramé por mis mejillas...
Sólo diré que lo único que mis labios musitaban eran tres palabras: "te quiero mucho".
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