La aventura de Felipe:
-¡He dicho que me voy! Mis asuntos pueden esperar unos días hasta que regrese. ¿Es que el príncipe no puede ausentarse un tiempo sin que el país se escandalice?-.
El príncipe Felipe tenía un capricho en mente que nadie conseguía sacarle de la cabeza: se estrenaba la última película de Clint Eastwood y quería asistir a la noche del estreno, en Hollywood.
-¡Pues yo no pienso ir contigo! Aún no me ha dado por tener esos caprichitos de princesa-exclamó Letizia, su mujer.
-Mejor, así podre ir de incógnito como un espectador más, y los medios no me acosarán ni me perseguirán los paparazzi con sus molestos flash-.
-Como quieras, pero ya que vas hasta Hollywood, trae algún regalito y algo para las niñas, que no eres el único que tiene derecho a disfrutar-.
El príncipe Felipe se puso de camino a Hollywood esa misma noche en su avión privado, y una vez llego se dirigió a los estudios donde se iba a realizar el estreno. Pero cuando llego allí, se percato de que había olvidado algo muy importante.
-¡Maldición! ¡Olvide mi carnet! y sin Letizia a mi lado puede que nadie me reconozca…
El príncipe confío en que quizás, si entraba junto con los demás famosos en la alfombra roja, los periodistas y fotógrafos acabarían reconociéndolo como si nada.
Pero mala suerte, cuando llego la película ya había empezado y las puertas del estudio estaban cerradas, y solo había dos guardaespaldas en la puerta.
-Hola, soy el príncipe Felipe de España. Vengo al estreno de la película.-
Los guardaespaldas eran algo así como unos Zipi y Zape muy grandes y con cara de tener muy malas pulgas. En sus placas estaban sus nombres: Paul y Stanley.
-
¡Claro su majestad! y yo soy la Bella Durmiente y esta es mi amiga Blanca nieves, también venimos al estreno.-dijo Paul, el rubio, y acababa de pasar el límite de tono sarcástico que un príncipe podría aguantar.
-¡Oye cómo te atreves! ¡Soy Felipe de Borbón, hijo de Juan Carlos I de España! ¡Exigo un respeto!-.
-Bueno, aquí ya no puedes pasar principito, así que si quieres puedes acompañarnos a ver otra película mientras estos no salgan de aquí-dijo Stanley, el moreno.
-¡Buena idea Stanley! Venga, anímate principito, que aquí no tenemos nada que hacer. Todo está muy tranquilo-.
Y el príncipe les acompaño resignado, pero solo hasta que llego con ellos a la sala de cine, porque se proyectó una película de Bob Esponja recién estrenada y se mondo de risa con Paul y Stanley, y al día siguiente incluso le acompañaron al aeropuerto como si fueran amigos de toda la vida.
Cuando Felipe lego a palacio, trajo para Letizia unos zapatos, un bolso de Chanel, un paraguas de diseño y otros regalos que le ayudaron a comprar Paul y Stanley.
Y para sus dos pequeñas hijas trajo dos pequeñas sorpresas que les encantaron, y que a Felipe le traerían siempre el recuerdo de un viaje alocado y divertidísimo en el que conoció a dos nuevos amigos que no esperaba y que no olvidaría nunca: dos perritos llamados Paul y Stanley.
jajajaja, muy gracioso y original. ¡Felicidades!
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